SOBRE NOSOTROS

Día tras día me encontraba deambulando por las calles de Pereira; tenía hambre, tenía frío, algunos días me sentía muy asustado; los demás gatos me golpeaban y me sacaban del lugar en donde estaba descasando y no sabía que iba a pasar conmigo en el futuro. Sentía miedo, sentía cansancio, no contaba con nadie y todo el mundo me echaba a pesar de que yo no molestaba a nadie.

Fui separado de mi mamá y mis hermanos pocas semanas al nacer, pensé que tendría un hogar en el cual me darían mucho amor y me cuidarían toda la vida; pero a los pocos días fui dejado en la calle como una basura a merced de lo que el "destino" quisiera.

Aprendí a apreciar el sabor del agua limpia y cualquier alimento que encontraba en la basura que estuviera en buenas condiciones. Aprendí a cazar por mi cuenta aunque  no siempre tuve éxito, pero cuando lo tenía se me encharcaban los ojos y pensaba que la vida me estaba premiando por ser tan fuerte a mi corta edad.

La vida  —quizás de manera injusta — me estaba dando una gran lección a mi corta edad (3 meses); me estaba enseñando el valor de las cosas: de apreciar el agua limpia, el calor de un hogar y de apreciar con todo mi corazón el amor genuino de un humano.

Un día mientras estaba buscando algo que comer, escuché un ruido que me asustó y me hizo correr al instante, busqué refugio y me escondí. De repente sentí algo que me agarró por detrás, traté con todas mis fuerzas y mis garras de escapar, pero el enemigo era muy fuerte logró capturarme y meterme en una jaula.

Cuando fui capturado estaba muy asustado y presentía que mi momento había llegado a su fin. Me llevaron a un lugar muy extraño, era cálido, tenía un olor muy particular y nuevo para mí, la ansiedad y el miedo de lo que iba a ocurrir conmigo no me dejaban pensar con claridad.

Mi captor me mostró algo que parecía agua limpia y un poco de comida y luego me dejó solo en ese lugar. Yo no quise salir de la jaula porque mi cola percibía el peligro, mi cuerpo temblaba y me sentía débil; sin embargo, me llené de valor y empecé poco a poco a estudiar el lugar y ver de qué manera podría salir de allí y así salvar mi pellejo.

Olfateé el agua y con la punta de mi carrasposa lengua le di una probada, mis pupilas se dilataron y empecé a beber de manera frenética esa rica, fresca y deliciosa agua; nunca en mi corta existencia había probado el ingrediente que tenía esa agua. Acabé en un abrir y cerrar de ojos con toda el agua del recipiente, luego olfateé el otro recipiente que tenía unos objetos con una extraña forma pero con un rico aroma, probé uno, después dos y al final terminé comiendo todo el plato.

Sentía la pancita llena, sentía que tenía fuerzas nuevamente, me sentía poderoso. La comida y el agua tenían un ingrediente especial que aún no lograba reconocer, pero algo me decía que era la razón por la cual ya me estaba empezando a sentir bien.

Con la panza llena decidí seguir explorando y buscar una salida para poder escapar y salvar mi vida. Observaba todo con desconfianza, si habían trampas escondidas; debía ser precavido y mi plan debía ser muy preciso.

Justo cuando creí haber encontrado una salida apareció mi captor, en ese instante corro con todas mis fuerzas hacía la jaula para evitar ser agarrado por él. Dentro de la jaula veo que mi captor recargó ambos recipientes, me miró y empezó a hacer unos ruidos muy extraños, algo como "pish pish pish", "van, van, van". Mientras hacía estos ruidos tan extraños para mí, señalaba los recipientes con agua y comida. Yo aún con mucha desconfianza pero con mucha hambre decidí acercarme poco a poco hasta llegar a donde él estaba.

Nuevamente empiezo a beber y a comer de forma frenética, mi cuerpo no comía tan bien en mucho tiempo y era mejor asegurar algunas reservas para mi cuerpo porque estaba muy flaco y con los huesos a la vista. Mientras comía mi captor me tocó la espalda, yo hice un pequeño brinco pensando que me iba a doler, pero noté que su tacto era suave y su mano era cálida, mi cuerpo se erizaba cada vez que me tocaba y de forma inconsciente empecé a ronronear.

Nunca olvidaré ese momento. Fue la primera vez que sentía paz y tranquilidad, sentía que todo iba a estar bien y que nada malo me iba a pasar.

Al llegar la noche mi captor seguía haciendo esos ruidos extraños "pish pish pish", "van, van, van" y señalaba un objeto peludo que estaba en el suelo. Decidí acercarme y con mucha precaución lo toqué con mis garritas, era suave acolchado y muy peludo, me paré del todo en ese objeto y luego me recosté sobre él. Fue allí cuando mi captor empezó a acariciarme la cabeza y de un momento a otro caí profundamente en el mundo de los sueños, dormí toda la noche y toda la mañana del día siguiente, nunca había estado tan cómodo, tan tranquilo, tan calentito.

Al despertarme vi que mi captor me observaba con un gesto de preocupación, una de mis heridas producto de algunas peleas callejeras estaba infectada y soltaba materia verde con mal olor por uno de mis costados. En ese instante él me agarró y con cuidado me metió a la jaula; pensaba que ese iba a ser mi fin, que la vida sólo me quiso dar una pequeña muestra de lo que es sentir el calor de un hogar antes de morir; pero para mi sorpresa fui llevado a un lugar donde las paredes eran blancas y sentía el olor de muchos gatos y perros, escuchaba voces de sufrimiento de otros gatos al fondo y me asusté. Minutos después entendí que esos gatos estaban enfermitos y que ese lugar en el que estábamos se llama veterinaria y es donde llevan a los gatitos y perritos para que se pongan mejor.

En la veterinaria me examinaron y después decidieron inyectarme antibióticos. Me dolió mucho, empecé a gritar y a moverme para evitar ese sufrimiento, pero mientras me inyectaban mi captor tomó mi cabeza y me miró a los ojos. Su mirada era diferente, transmitía calidez, paz y de una forma u otra entendí que todo iba a estar bien. A pesar de que me dolía sentir la aguja en mi cuerpecito lo aguanté con todas mis fuerzas y los pocos minutos de terminar empecé a sentirme mejor; mi captor me agarró y me puso contra su pecho como si fuera su bebé, sentía sus latidos, su calor y nuevamente una sensación de tranquilidad empezó a recorrer todo mi cuerpo, algo dentro de mí me decía que todo iba a estar bien y que mi vida iba a cambiar por completo. Me dejé llevar por esa sensación y quedé profundamente dormido.

Nunca nadie había hecho eso por mí, alimentarme, acariciarme un poco, darme abrigo, una camita caliente y cuidar de mí. Mi captor no lo sabe, pero desde ese momento decidí llamarlo "papá".

A los días entendí que los sonidos extraños era llamados, el "pish pish pish" era para ir a comer y el "van, van, van" era la versión corta de mi nombre —mi nombre completo es Vicent Van Gogh"—, esta es una foto mía.

Mi papá por aquel entonces estaba pasando por un problema económico y la comida estaba empezando a escasear, lo que ganaba en su trabajo no era suficiente para pagar todo; algunos días me daba poca comida para que durará más. Sin embargo, yo entendía que eran tiempos difíciles y estaba muy agradecido de que él me haya hecho ser parte de su vida. Algunas veces me acercaba a él para ronronear y tranquilizarlo un poco; él me abraza y me consiente.

Un día tuvo la idea de montar un negocio para ver si nuestras condiciones mejoraban y se inspiró en mí para construir el logo.

Los pocos ahorros que tenía los invirtió en la compra 13 productos y a la semana ya los había vendido todos, volvió a comprar más productos y nuevamente se vendieron todos. En ese mes logró conseguir el suficiente dinero para comprar mi comida y una nueva cama. Y hasta el día de hoy ya maneja una gran variedad de productos: anillos, pulseras, cadenas y dijes de acero inoxidable 316L.

Mi papá se esfuerza mucho para ofrecerme lo mejor y ahora entiendo cuál es el ingrediente que no lograba identificar la primera vez que me alimentó, ese ingrediente es el amor, y gracias a ese amor es que hemos salido adelante.

Es por eso que hoy quiero agradecerte por apoyar a mi papá y a las personas que trabajan con él. Gracias a este emprendimiento pudimos mejorar nuestras condiciones de vida, puedo tener mi pancita llena, una vida feliz y no preocuparme por nada.

Estoy seguro que los productos que vas a llevar son de la mejor calidad y que la atención al cliente que vas a recibir siempre será la más amable.

Muchas gracias por apoyarnos. Atentamente Van.